LA ESTAMPACIÓN

Bernal, María del Mar (2024): La estampación [como proceso creativo]. Salamanca: Comunicación Social Ediciones y Publicaciones

La estampación [como proceso creativo] es el último proyecto finalizado al que he estado dedicada durante los últimos años, entre otras cosas. Se trata de un nuevo libro cuyo tema central es la estampación artística, publicado por Comunicación Social. Ediciones y Publicaciones. Ya está disponible la versión impresa, una cuidada edición de 286 páginas, profusamente ilustrada. Desde el 9 de octubre también se puede encontrar la versión en PDF y en abierto, organizado por separatas .

Los manuales siempre tienen un apartado destinado a esta fase del grabado. Por regla general es breve y está separado de las instrucciones para elaborar la matriz; casi ninguno habla de la idea y del dibujo, apartando atrevidamente la esencia de la gráfica, y todos ofrecen una descripción sobre los materiales y una serie de pasos que escriben el guion sobre la labor del estampador. A veces hay algunos apuntes históricos, nociones básicas sobre las prensas y listado de marcas y proveedores de material para estampar alejado, probablemente, de la situación geográfica del lector. Pero, dado el carácter experiencial e individualizado de la estampación creativa, es importante valorar también otra serie de elementos. La actual práctica por proyectos, no se limita solo al objeto, sino que se centra en el proceso de construcción de una obra de arte compleja. No se puede escribir sobre estampación sin una concepción interdisciplinar (creación, materiales y método) que contemple esta situación, siempre relativa, de la obra de arte.

La transferencia de la imagen de una matriz a un soporte une a todas las propuestas de la gráfica. Actualmente la experimentación está presente en la mayoría de los trabajos que, asentándose en las técnicas tradicionales, intentan innovar. Uno de los fundamentos en el que se apoyan estas notas es el de la transferencia óptima. Se trata, básicamente, de transferir el máximo de tinta posible con el mínimo de sufrimiento para la matriz y el soporte. Lo primero, para conseguir una imagen rica en matices, contrastada y plena. Lo segundo, para respetar la posibilidad de edición y que el dibujo mantenga su esencia. La autoridad de este principio sobre el resto de las variables ayudará a adaptar la estampación a todas las circunstancias haciéndola lo más eficaz y eficiente posible.

Cambian los soportes, las tintas y los procesos; las estampas antes editables, pueden ser únicas o reunirse en metaediciones infinitas. El estampador, pluriempleado en las labores de artista, director y editor, interviene cada vez más en este proceso colaborativo de creación; lo analógico se une a los procesos digitales, surgen nuevos productos, varían las modas, se complican los formatos expositivos y se busca, más que nunca, la interacción con el espectador. Estas circunstancias obligan a gestionar el proyecto aplicando una elevada capacidad de relación y cualquier explicación compartimentada disminuye el proceso comprensivo. Es un concepto de estampación en red, un sistema de ventanas omnipresentes, una explicación nemónica.

Pero, pese a todos los cambios imaginables, la poética de la gráfica permanece y es su motivación fundamental, la de una sensibilización del espectador, la que origina las creaciones más sólidas. En una época en que lo grandioso, lo espectacular y lo monumental se adueña de los espacios expositivos con contundencia, se comprueba una y otra vez que su capacidad de expresión permanece también en las actitudes mínimas, esto es: hacer una raya o estampar un grabado, son actos gráficos con una capacidad de expresión similar a la que tiene un multimedia. Dicho de otra forma, en este campo expandido persevera una gráfica en la que prima el objeto, que distingue entre la producción y la creación, que es recogidamente hermosa. Se siguen manteniendo puntales fundamentales como la matriz, el soporte y la edición con imágenes llenas de contenido. La elaboran artistas que trabajan con editores profesionales, versión contemporánea de los antiguos maestros impresores.

En el taller de grabado, unidos por la necesidad de una infraestructura y con niveles de conocimiento dispares, confluyen muchos artistas con concepciones distintas sobre el arte. A veces llegan abrumados por la parafernalia, encorsetados por el desconocimiento u osados en la ignorancia, pero todos tienen el deseo común de materializar un proyecto gráfico y se amparan en la figura y la sabiduría del estampador. La importancia de estos especialistas debiera ser objeto de análisis ya que su influencia es indudable en la configuración de la gráfica actual.

Habría también que actualizar el concepto de la belle épreuve avanzada por Philippe Burty en L’Eau forte en 1875, el álbum de Cadart en el que se exponían los elementos participantes en la belleza de una estampa, en aquel caso concreto de un aguafuerte: el mordido de la plancha, la tinta o el papel. Burty en su breve prólogo, extraordinario por sus referencias técnicas, adelantaba lo que debe ser la mejor propuesta para la estampación: una adecuada relación de variables gobernadas por la sensibilidad del estampador. Pero dibujo y estampación se separaron en una época ya lejana debido a la funcionalidad de la imagen, y esta fue expulsada del paraíso artístico. Hubo un tiempo, en que se prohibió que el grabador estampase sus propias planchas hasta que en el siglo XIX los aguafortistas, en pro de su libertad creativa, consiguieron juntar de nuevo las dos actividades.

Mi interés por esta fase del proceso, más allá de ser grabadora, parte de la creencia de su protagonismo y del inconformismo de que una tradición histórica siga restándole importancia con respecto al trabajo sobre la matriz. La inercia, los absolutismos académicos y artísticos, el desconocimiento y una creencia excesiva sobre su complejidad, siguen impidiendo que se potencie con toda la belleza y el rigor que le corresponde. Es como una asunción voluntaria de ser cenicienta, como un sometimiento al dibujo tallado, una extraña resignación en la que el artista crea y otro estampa bajo la premisa de que cuando la obra está terminada su rastro debe desaparecer. Se hace necesaria una investigación histórica y bibliográfica sobre las técnicas de estampación para hacer una puesta al día de los conocimientos existentes.

Hay algo irresistible en los libros de grabado. Para el profesor son un medio de seguir ampliando sus conocimientos; para el erudito son una manera de ensanchar su afecto; el estudiante encuentra en ellos una lectura, más o menos comprensible, que contextualiza su educación y el grabador buscará en sus páginas preguntas y respuestas. Un libro debe ser democrático ofreciendo su contenido a quien quiera elegirlo. No se impone mediante el sistema de cookies, búsquedas dirigidas por Google y otros recursos de las grandes multinacionales de la información. Ya sea un ensayo, una perorata académica, un cúmulo de tecnicismos, una relación de intrincados conceptos estéticos o los pasos a seguir para estampar un linóleo, espera ser elegido y se queda con su dueño por empatía, por curiosidad o por necesidad. Es una correspondencia que, como las relaciones personales, puede funcionar o no y será la audiencia quien configure su fisonomía.

Este libro transmite información a la carta intentando, de la forma más sencilla y menos redundante posible, provocar un pensamiento distinto sobre la estampación. Y, sobre todo, es un mensaje de los que nos hemos estremecido ante Los Desastres de la Guerra de Goya que plantea que hay que atreverse a vincular el amor o la ternura con esta práctica, que la estampación tiene la capacidad de transformar algo insignificante en arte y que puede ser un lugar en el que refugiarse. Espero que os guste.

[Imágenes: superior: portada del libro La estampación [como proceso creativo] en https://www.comunicacionsocial.es; siguiente: taller de la facultad de Bellas Artes de Sevilla; siguiente: proceso de realización de un monotipo del artista Nicolás Quinio, 2022; siguiente: el impresor A. Delâtre estampando una plancha: siguiente: el estampador Juan Lara Hierro analizando estampas del artista Jaume Plensa]

 

MARCIEL AZAÑÓN: LA PRECISIÓN ROBUSTA

 Jesús Marciel García nació a principios del siglo XX en Madrid. Hombre de carácter enérgico, meticuloso y emprendedor comenzó de aprendiz en una imprenta especializando su formación como mecánico en la sección de construcciones aeronáuticas del ejército. Continuó exiliado en Francia durante la guerra civil y pasó por varios talleres hasta que instaló el suyo en el barrio de Cuatro Caminos, zona que junto a las aledañas de Alvarado y Estrecho estaba plagada de imprentas. Estuvo muchos años componiendo todo tipo de maquinaria ajena al grabado:paletizadoras, purgadoras de llenado, homogeneizadoras… adquiriendo muy buena fama dado el rigor que aplicaba a su trabajo.

Alrededor del año 1959, la Calcografía Nacional le solicitó la reparación de uno de los tórculos en los que previsiblemente había trabajado Goya, una reliquia a conservar. Ante tal encargo y con la confianza en su habilidad técnica acometió el trabajo recibiendo una gran acogida por parte de los miembros de la institución. Rectificó los cilindros, arregló los alojamientos de los casquillos de bronce –ya que antiguamente no había rodamientos- y la bancada y las aspas fueron restauradas. A raíz de ahí reparó también el resto de los tórculos del siglo XVIII de la Calcografía, antigua Academia de San Fernando, ya que muchos aún estaban en funcionamiento. A algunos, incluso, les puso un motor de correa añadiéndoles las correspondientes protecciones. Uno de esos tórculos se encuentra en el Gabinete de Goya de la antigua Calcografía Nacional que es descrito por Bonet Correa de la siguiente manera: “En medio de la sala, centrando la totalidad del espacio, se
encuentra el tórculo del siglo XVIII en el que se estamparon los grabados de la Calcografía Nacional, entre otros los de Goya. Importante como todas las máquinas de la época de la Ilustración, tiene el aspecto de un instrumento de trabajo en el que el manejo manual es tan importante o más que la acción mecánica (…) Colocado en este ámbito propicio a la meditación adquiere un valor cuasi sacro”. (Bonet Correa, diario ABC de 1-11-90) Esa relación profesional continúa a día de hoy y se materializa, si no en una nueva adquisición, cuando hay trasladar alguno por motivos de exposición: “son máquinas tan absolutamente delicadas que tienes que tener conocimientos de cómo es su fabricación y tratarlos con extrema delicadeza al ser piezas de madera muy antiguas” dice Ismael Ruíz Marciel.

Tras aquel primer encargo cinco grabadores, entre ellos Andrés Barajas, Dimitri y Álvaro Paricio, actual catedrático de grabado de la Universidad Complutense de Madrid,  le propusieron a Jesús construir un prototipo de tórculo ya que la mayoría de los que existían en España se importaban desde Holanda. Con la ayuda de su cuñado Fernando Azañón Gonzalo, ingeniero industrial, se comenzaron a hacer los planos y las primeras pruebas. El principal problema técnico radicó en la construcción de los cilindros ya que la finalidad era diseñar un modelo que grabara y no laminara las planchas de metal. Pasó tiempo ensayando distintos diámetros y materiales hasta que dieron con el acero; primero fueron macizos y posteriormente llegaron a un cilindro semihueco de un peso determinado que conformó las estrictas exigencias de los grabadores; por último se le adaptó una reductora de las usadas en los tranvías para elevar el trole y se embelleció con una bancada de hierro fundido. La medida de la primera pletina fue de 100 x 60. Aunque el primer tórculo fue forjado, los siguientes nacieron de ese primer molde. Observa en la fotografía que la primera  tracción se ejerció con con una manivela.

«Fue él (Dimitri) y el también grabador ÁlvaroParicio Latasa quienes junto a Marciel diseñan el primer modelo de tórculo que salió del Taller Azañón. Éste, al igual que los que vendrán después ofrecían una estampación más precisa que con el tiempo se ha ido mejorando. Poco tiempo después Dimitri vendió su viejo tórculo y compró uno nuevo a Azañón con el que ha trabajado hasta la fecha, fue el noveno que se fabricó en el taller; en principio era manual y a petición suya, le instalaron un motor que facilitó su uso.»  (Vida y obra de Dimitri Papageorguiu en las artes de la estampa por Aris Alfonso Papageorguiu)

Al éxito de esta experiencia le siguió la propaganda de el boca a boca y fueron muchos los grabadores que comenzaron a solicitar sus máquinas de impresión. Al principio el propio constructor seguía sin decantarse por un negocio que no había entrado nunca dentro de sus planes pero, ante los numerosos encargos y con gran visión de futuro, paulatinamente fue mejorando y puliendo aquel primer diseño construyéndole una reductora propia y aumentando el número de engranajes para reducir el par (fuerza). Algunos de los siguientes fueron Gerardo Aparicio,  Jesús Palacios, Marcoida o Berriobeña. Ante artistas tan exigentes había nacido ya el prestigio de la marca. Siguieron Chillida, Antonio López, Eduardo Arroyo…

Tras esta primera generación de 1959 a 1974, su hija Esther se puso al frente de la gestión administrativa y Antonio Azañón, aprendiz del fundador, continuó con las tareas de mecánico. Estamos en el periodo de 1975 a 1993. La tercera época continúa actualmente bajo la responsabilidad de Ismael Ruiz Marciel.

Hago un alto para lanzar una reflexión sobre la influencia puedo tener la construcción de esta maquinaria en la historia del grabado en España. No tengo ninguna duda que sin sus servicios y ante las dificultades de conseguirla mediante complejas y carísimas gestiones de importación, muchos grabadores quizás hubieran desistido en esta práctica dedicándose a otros modos de expresión. No es de extrañar que justo con su fabricación comenzaran a florecer los talleres particulares de grabado, ya que por poner un ejemplo en los años 30 sólo existía un tórculo en Madrid.

La política de calidad de la empresa se fundamenta en tres fuertes pilares: la calidad de los materiales, la exigencia en la construcción, heredada de Jesús Marciel, y la individualización de la máquina, ya que como dice Ismael “Ponemos mucho empeño en lo que hacemos: cada tórculo es para un cliente y aunque hay piezas en serie, se montan, prueban y ajustan uno a uno” elaborando todo tipo de medidas, alturas y diversificándolo según los requerimientos del grabador. Viene al caso citar como anécdota la producción durante los años 80 de una marca blanca de línea más económica. En ella las bandas laterales eran de aluminio en vez de hierro fundido, la estructura tubular más liviana y la pletina de plástico…pero fue un rotundo fracaso ya que con estos ahorros se perdían las dos características básicas del tórculo Azañón: la robustez y la precisión.

Más técnicamente, influye también en su funcionamiento el concepto básico de fabricación en el que el rodillo impresor, el que “saca la huella” es el motriz superior y los rodamientos son “oscilantes de doble hilera de bolas” lo que permite mayor versatilidad a la hora de estampar los distintos planos. Por otro lado la presión que ejerce es de 600 kg por centímetro cuadrado, en los más grandes, a 800 kg en los más pequeños.

Con respecto al mecanismo de giro, aspas, volante o manivela, Ismael se decanta claramente por las aspas en una clara conjunción entre el trabajo mecánico y el manual “además de su ergonomía, ya que permite trabajar con la espalda recta, con las aspas notas en todo momento el contacto con la plancha. Sabes si tiene mucha presión o poca, si vas deprisa o despacio e intuyes los distintos desniveles antes de levantar la mantilla. Su reducción es 3:1 con lo que la velocidad de giro es muy adecuada”.

Cada tórculo es montado individualmente realizándose encargos especiales. Entre ellos destaca el que se fabricó para el taller Mayor 28 cuyas medidas eran de 1300 cms por 2500 cms. Esto ha llenado de complicadas operaciones de montaje a la casa, ya que si de por sí son pesados –el T80 pesa 400 kg- el traslado y la ubicación de algunos estudios en luminosos áticos dificultan enormemente la operación: hay prensas de hasta 1.800 kg. de peso. Las medidas estándares fueron establecidas en conjunción con los formatos de papel más comercializados, por lo que el producto estrella es el T-80 que se fabrica en tres largos, 120, 140 ó 160 cms. para cubrir la extensión de todos los tamaños También cada vez son más solicitados los tórculos con motor.

Actualmente, la empresa consta de ocho personas y siguen fabricando para instituciones universitarias y otros centros públicos y privados. Además del mercado nacional exportan a Portugal, Italia, Alemania, Francia y en menor medida a otros países. Azañón se sigue adaptando a los nuevos tiempos renovando los materiales y aplicando nuevas tecnologías aunque sin perder nunca la tradición familiar en la construcción. Se ha modificado el diseño, ahora más rectilíneo y se les ha mejorado el deslizamiento de la pletina. También han extendido su trabajo  otros artefactos del taller.

Por último quiero citaros las recomendaciones que el actual fabricante da para el mantenimiento de estas preciosas máquinas:

– Engrasar una o dos veces al año los husillos de presión y los laterales.

– Mantener los ácidos, si los hay, en otra habitación.

– No dejar nunca las mantillas puestas para protegerlos de la humedad.

– En caso de oxidación lijarlo con una lija de agua y aceite de parafina.

Puedes encontrar más información en su web en www.matorc.com

Fuentes: entrevista realizada a Ismael Ruíz Marciel, actual responsable de la empresa Matorc. El resto de fuentes están citadas en el texto. Imágenes: de la autora sobre tórculos Azañón;  Hemeroteca de ABC donde puedes encontrar más datos en hemeroteca.abc.es ; fotografía del tórculo del Gabinete Francisco de Goya en la web independiente sobre las Calcografías de Madrid, París, Milán, Roma; prototipo de tórculo,  perteneciente a la familia Marciel-Azañón;  siguientes en matorc.com; resto: detalles de tórculos Azañón, de la autora. A la izquierda: Ismael Núñez Marciel calibrando uno de los tórculos reparados de la F. BB.AA de Sevilla]

ERASE UNA VEZ…UN TALLER DE GRABADO

Erase una vez">Erase una vez" />#8230; Los Inventores 06 Gutenberg y la imprenta 2/3

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Un taller de grabado actual se asemeja bastante a las pequeñas editoras de siglos pasados. En ellas se utilizaron muchos de los materiales y procedimientos que un artista aplica hoy, con la salvedad de anteponer el valor creativo al informativo. Hoy os traigo este video de la entrañable serie televisiva Erase una vez… (el hombre, los inventores, el cuerpo humano…) porque me ha parecido divertido ver el taller de Gutenberg en dibujos animados y por la similitud que encuentra el trabajo xilográfico de antes y de ahora. El capítulo consta de tres partes, sólo pongo la segunda que es la más afín a lo nuestro. Podrás identificar matrices, gubias, buriles, muñequillas para entintar, rodillos, el sistema de estampación…también aparecen matices técnicos muy precisos como el establecimiento de la presión adecuada, ni poco que no imprima ni mucha que rompa el papel,  intuir la necesidad de matrices que resistan el número de la edición, la ajustada aplicación de tinta para que se  transfiera adecuadamente sin extenderse, la peligrosidad de los productos tóxicos, las aleaciones «secretas» y en definitiva, la búsqueda de calidad, igualdad y rapidez. Por supuesto sabrás del impresor alemán, de la invención de la imprenta, de la impresión de la Biblia Pauperum …e incluso, hasta verás un gag acerca de la falta de inversión en proyectos de I+D, algo para reflexionar… 🙂