Jesús Marciel García nació a principios del siglo XX en Madrid. Hombre de carácter enérgico, meticuloso y emprendedor comenzó de aprendiz en una imprenta especializando su formación como mecánico en la sección de construcciones aeronáuticas del ejército. Continuó exiliado en Francia durante la guerra civil y pasó por varios talleres hasta que instaló el suyo en el barrio de Cuatro Caminos, zona que junto a las aledañas de Alvarado y Estrecho estaba plagada de imprentas. Estuvo muchos años componiendo todo tipo de maquinaria ajena al grabado:paletizadoras, purgadoras de llenado, homogeneizadoras… adquiriendo muy buena fama dado el rigor que aplicaba a su trabajo.
Alrededor del año 1959, la Calcografía Nacional le solicitó la reparación de uno de los tórculos en los que previsiblemente había trabajado Goya, una reliquia a conservar. Ante tal encargo y con la confianza en su habilidad técnica acometió el trabajo recibiendo una gran acogida por parte de los miembros de la institución. Rectificó los cilindros, arregló los alojamientos de los casquillos de bronce –ya que antiguamente no había rodamientos- y la bancada y las aspas fueron restauradas. A raíz de ahí reparó también el resto de los tórculos del siglo XVIII de la Calcografía, antigua Academia de San Fernando, ya que muchos aún estaban en funcionamiento. A algunos, incluso, les puso un motor de correa añadiéndoles las correspondientes protecciones. Uno de esos tórculos se encuentra en el Gabinete de Goya de la antigua Calcografía Nacional que es descrito por Bonet Correa de la siguiente manera: “En medio de la sala, centrando la totalidad del espacio, se
encuentra el tórculo del siglo XVIII en el que se estamparon los grabados de la Calcografía Nacional, entre otros los de Goya. Importante como todas las máquinas de la época de la Ilustración, tiene el aspecto de un instrumento de trabajo en el que el manejo manual es tan importante o más que la acción mecánica (…) Colocado en este ámbito propicio a la meditación adquiere un valor cuasi sacro”. (Bonet Correa, diario ABC de 1-11-90) Esa relación profesional continúa a día de hoy y se materializa, si no en una nueva adquisición, cuando hay trasladar alguno por motivos de exposición: “son máquinas tan absolutamente delicadas que tienes que tener conocimientos de cómo es su fabricación y tratarlos con extrema delicadeza al ser piezas de madera muy antiguas” dice Ismael Ruíz Marciel.
Tras aquel primer encargo cinco grabadores, entre ellos Andrés Barajas, Dimitri y Álvaro Paricio, actual catedrático de grabado de la Universidad Complutense de Madrid, le propusieron a Jesús construir un prototipo de tórculo ya que la mayoría de los que existían en España se importaban desde Holanda. Con la ayuda de su cuñado Fernando Azañón Gonzalo, ingeniero industrial, se comenzaron a hacer los planos y las primeras pruebas. El principal problema técnico radicó en la construcción de los cilindros ya que la finalidad era diseñar un modelo que grabara y no laminara las planchas de metal. Pasó tiempo ensayando distintos diámetros y materiales hasta que dieron con el acero; primero fueron macizos y posteriormente llegaron a un cilindro semihueco de un peso determinado que conformó las estrictas exigencias de los grabadores; por último se le adaptó una reductora de las usadas en los tranvías para elevar el trole y se embelleció con una bancada de hierro fundido. La medida de la primera pletina fue de 100 x 60. Aunque el primer tórculo fue forjado, los siguientes nacieron de ese primer molde. Observa en la fotografía que la primera tracción se ejerció con con una manivela.
«Fue él (Dimitri) y el también grabador ÁlvaroParicio Latasa quienes junto a Marciel diseñan el primer modelo de tórculo que salió del Taller Azañón. Éste, al igual que los que vendrán después ofrecían una estampación más precisa que con el tiempo se ha ido mejorando. Poco tiempo después Dimitri vendió su viejo tórculo y compró uno nuevo a Azañón con el que ha trabajado hasta la fecha, fue el noveno que se fabricó en el taller; en principio era manual y a petición suya, le instalaron un motor que facilitó su uso.» (Vida y obra de Dimitri Papageorguiu en las artes de la estampa por Aris Alfonso Papageorguiu)
Al éxito de esta experiencia le siguió la propaganda de el boca a boca y fueron muchos los grabadores que comenzaron a solicitar sus máquinas de impresión. Al principio el propio constructor seguía sin decantarse por un negocio que no había entrado nunca dentro de sus planes pero, ante los numerosos encargos y con gran visión de futuro, paulatinamente fue mejorando y puliendo aquel primer diseño construyéndole una reductora propia y aumentando el número de engranajes para reducir el par (fuerza). Algunos de los siguientes fueron Gerardo Aparicio, Jesús Palacios, Marcoida o Berriobeña. Ante artistas tan exigentes había nacido ya el prestigio de la marca. Siguieron Chillida, Antonio López, Eduardo Arroyo…
Tras esta primera generación de 1959 a 1974, su hija Esther se puso al frente de la gestión administrativa y Antonio Azañón, aprendiz del fundador, continuó con las tareas de mecánico. Estamos en el periodo de 1975 a 1993. La tercera época continúa actualmente bajo la responsabilidad de Ismael Ruiz Marciel.
Hago un alto para lanzar una reflexión sobre la influencia puedo tener la construcción de esta maquinaria en la historia del grabado en España. No tengo ninguna duda que sin sus servicios y ante las dificultades de conseguirla mediante complejas y carísimas gestiones de importación, muchos grabadores quizás hubieran desistido en esta práctica dedicándose a otros modos de expresión. No es de extrañar que justo con su fabricación comenzaran a florecer los talleres particulares de grabado, ya que por poner un ejemplo en los años 30 sólo existía un tórculo en Madrid.
La política de calidad de la empresa se fundamenta en tres fuertes pilares: la calidad de los materiales, la exigencia en la construcción, heredada de Jesús Marciel, y la individualización de la máquina, ya que como dice Ismael “Ponemos mucho empeño en lo que hacemos: cada tórculo es para un cliente y aunque hay piezas en serie, se montan, prueban y ajustan uno a uno” elaborando todo tipo de medidas, alturas y diversificándolo según los requerimientos del grabador. Viene al caso citar como anécdota la producción durante los años 80 de una marca blanca de línea más económica. En ella las bandas laterales eran de aluminio en vez de hierro fundido, la estructura tubular más liviana y la pletina de plástico…pero fue un rotundo fracaso ya que con estos ahorros se perdían las dos características básicas del tórculo Azañón: la robustez y la precisión.
Más técnicamente, influye también en su funcionamiento el concepto básico de fabricación en el que el rodillo impresor, el que “saca la huella” es el motriz superior y los rodamientos son “oscilantes de doble hilera de bolas” lo que permite mayor versatilidad a la hora de estampar los distintos planos. Por otro lado la presión que ejerce es de 600 kg por centímetro cuadrado, en los más grandes, a 800 kg en los más pequeños.
Con respecto al mecanismo de giro, aspas, volante o manivela, Ismael se decanta claramente por las aspas en una clara conjunción entre el trabajo mecánico y el manual “además de su ergonomía, ya que permite trabajar con la espalda recta, con las aspas notas en todo momento el contacto con la plancha. Sabes si tiene mucha presión o poca, si vas deprisa o despacio e intuyes los distintos desniveles antes de levantar la mantilla. Su reducción es 3:1 con lo que la velocidad de giro es muy adecuada”.
Cada tórculo es montado individualmente realizándose encargos especiales. Entre ellos destaca el que se fabricó para el taller Mayor 28 cuyas medidas eran de 1300 cms por 2500 cms. Esto ha llenado de complicadas operaciones de montaje a la casa, ya que si de por sí son pesados –el T80 pesa 400 kg- el traslado y la ubicación de algunos estudios en luminosos áticos dificultan enormemente la operación: hay prensas de hasta 1.800 kg. de peso. Las medidas estándares fueron establecidas en conjunción con los formatos de papel más comercializados, por lo que el producto estrella es el T-80 que se fabrica en tres largos, 120, 140 ó 160 cms. para cubrir la extensión de todos los tamaños También cada vez son más solicitados los tórculos con motor.
Actualmente, la empresa consta de ocho personas y siguen fabricando para instituciones universitarias y otros centros públicos y privados. Además del mercado nacional exportan a Portugal, Italia, Alemania, Francia y en menor medida a otros países. Azañón se sigue adaptando a los nuevos tiempos renovando los materiales y aplicando nuevas tecnologías aunque sin perder nunca la tradición familiar en la construcción. Se ha modificado el diseño, ahora más rectilíneo y se les ha mejorado el deslizamiento de la pletina. También han extendido su trabajo otros artefactos del taller.
Por último quiero citaros las recomendaciones que el actual fabricante da para el mantenimiento de estas preciosas máquinas:
– Engrasar una o dos veces al año los husillos de presión y los laterales.
– Mantener los ácidos, si los hay, en otra habitación.
– No dejar nunca las mantillas puestas para protegerlos de la humedad.
– En caso de oxidación lijarlo con una lija de agua y aceite de parafina.
Puedes encontrar más información en su web en www.matorc.com
Fuentes: entrevista realizada a Ismael Ruíz Marciel, actual responsable de la empresa Matorc. El resto de fuentes están citadas en el texto. Imágenes: de la autora sobre tórculos Azañón; Hemeroteca de ABC donde puedes encontrar más datos en hemeroteca.abc.es ; fotografía del tórculo del Gabinete Francisco de Goya en la web independiente sobre las Calcografías de Madrid, París, Milán, Roma; prototipo de tórculo, perteneciente a la familia Marciel-Azañón; siguientes en matorc.com; resto: detalles de tórculos Azañón, de la autora. A la izquierda: Ismael Núñez Marciel calibrando uno de los tórculos reparados de la F. BB.AA de Sevilla]