La semana pasada, explicando a mis alumnos el concepto de obra gráfica original, hablábamos de las distintas ediciones post morten que la Calcografía Nacional había realizado de las series de Goya, de la idea de original múltiple y de los límites del patrimonio artístico público y privado. En ello salió a colación la intervención que los polémicos Chapman Brothers hicieron sobre Los Desastres de la Guerra. Esta dramática suite quizá sea el reflejo más angustioso de los horrores, la crueldad, la violencia, la amargura, la desesperanza y la muerte que tienen lugar en cualquier guerra y que a Goya le tocó vivir. Se comenzó en 1810 y no fue editada al completo hasta 35 años después de su muerte. En abril de 2003, en pleno comienzo de la guerra de Irak, saltó esta noticia de forma sensacionalista:
“Los hermanos Chapman pintan encima de 83 originales de Goya” Jake y Dinos han decidido repintar a Goya en el sentido literal de la palabra y han retocado con una máscara aquí y una caricatura allá los 83 grabados de su propiedad (pertenecientes a una edición de 1937). Los expertos se han quedado a medio camino entre la indiferencia y el horror. No está claro el nivel del sacrilegio. A favor del espanto juega el hecho de que se trata de grabados originales, no simples facsímiles [leer más…]
La polémica está servida, algo que ya había hecho Dalí con la serie de Los Caprichos, y que es práctica frecuente en el mundo artístico sube de nuevo a la palestra. «Desde el punto de vista de la impresión, de la historia del arte, desde cualquier punto de vista, se trata de un tesoro que ha sido destrozado», se lamentaba el afamado crítico Jonathan Jones antes de conocer la obra. Pero una vez vista, en un extenso artículo en The Guardian titulado «Mira lo que hemos hecho” se desvela que […] Al siguiente día veo por fin las imágenes. Creo que son inteligentes y profundas. Oh Dios, de alguna manera ellos no lo han destruido, sino que han encontrado algo nuevo en Los Desastres de la Guerra […] Ellos le han dado vida, personalidad, a través de un dibujo experto, y esto no es una colisión sino una colaboración, una asimilación» (faltando al rigor de la información estos datos no los cita la noticia de El País)
Dudo que los hermanos Chapman hicieran esta intervención a la ligera, que contemplaran alegremente la violencia ininterrumpida desde el siglo XIX al XXI, el shock de un mundo que desespera. No creo que Goya sonriese ante sus estampas “rectificadas”, pero no por el agravio, sino por la gravedad de lo que representan; me convence la idea de que ratificaría esta supuesta injuria que contiene la misma esencia de su denuncia: el horror desproporcionado.
«Goya contempló de primera mano los horrores de la guerra. Los Chapman los han contemplado en la televisión, en las noticias, en películas, en videojuegos, registradas en las videocam de los aficionados, en páginas web dedicadas a ejecuciones, en programas consagrados a mutilaciones y muertes violentas. Goya interpuso entre el espectador y la narración objetiva de la pesadilla una sentencia que era a menudo exclamativa y sarcástica, pero que invariablemente estaba llena de amargura.»
[Imagen superior: Detalle de los grabados de los Hermanos Chapman en de la serie Insult to Injury, 2003 elconfidencial.com ; siguiente en sprezzatura-mag; abajo, de los desastres más conocidos en alejandrodomingo.com. Más imágenes…]