James Abbott McNeill Whistler fue un hombre menudo de pelo rizado, elegante, mordaz y elocuente que pintó y grabó durante el siglo XIX. Dedicó mucho de su tiempo artístico al aguafuerte, la punta seca y la litografía sobre piedra y papel reporte: dieciséis planchas sobre el Támesis, sesenta para vistas y palacios de Venecia, calles de Amsterdan, impresiones de Francia, barcos y buques, fachadas, bodegones, retratos…
De sus viajes, el más significativo tanto por los resultados como por el quiebro que dio su vida de grabador, fue el que realizó a Venecia. En mayo de 1879 se declaró arruinado y todas sus propiedades fueron vendidas en una subasta, lo que le empujó a escribir a sus marchantes proponiéndoles proyectos atractivos y económicos que le permitiesen salir adelante. “Si me voy a Venecia ¿aceptaría un Nocturne del tipo góndola?» preguntó a uno de sus mecenas, Marcus Huish de la Fine Art Society quien le adelantó 150 libras por una serie de doce aguafuertes, con la opción de comprar las planchas por 700 a su regreso. Por otro lado su pintura se hallaba presionada por los estrictos parámetros estéticos de la época y quedó envuelta en una controvertida polémica con Jonh Ruskin, gran defensor de Turner, quien le acusó de “arrojar un bote de pintura a la cara del público”. Whistler le demandó y ganó, pero tuvo que pagar una cantidad ingente de gastos legales.
Arribó a la ciudad deprimido y arruinado en uno de los inviernos que, según la correspondiencia del artista, debió ser de los más frios que se han vivido en esa ciudad “…temerariamente pensé que podría acelerar mis progresos si permanecía en la nieve con una plancha en mi mano y un carámbano en la punta de mi nariz (1880)», le escribía en una carta a Mr. Huish o en otra a su cuñada Helen: “los aguafuertes son, por supuesto, fenomenales…pero uno se ha congelado y por eso voy con retraso. Aquí hace un frio como no puedes ni imaginarte…hay hielo y nieve por todas partes». (MacDonald et alt. J. Wisthler, Zoran Music, Venecia. IVAM, 2005)
Aún así Whisler se centró en esta técnica trabajando sobre planchas pulidas de 2 mm barnizadas con un compuesto de cera, brea y resina: “el tampon cubierto de cera para esparcirla por la plancha era algo que Whistler manejaba de forma fascinante” diría el también grabador Otto Bacher (With Whistler en Venice, 1908, pp. 92) vecino de habitación, con quien terminó compartiendo la prensa y muchos momentos de grabado que posteriormente plasmaría en sus escritos. Como era habitual mordía las planchas en ácido nítrico, pero cabe destacar desde el punto de vista técnico, que en vez de sumergirlas en la cubeta dejaba caer el mordiente sobre las tallas con una pluma, cubriendo con barniz las que ya estaban trabajadas. Esto le convierte en un excelso ejecutor de la técnica Lavis.
Aunque a veces contrató los servicios de los impresores, por norma general disfrutaba tanto de la estampación de la plancha que optaba por realizarla él mismo, sólo o con la ayuda de su esposa Beatrice. Además de disponer del tiempo necesario para ello y que la edición cumpliese los requisitos de exigencia obvios en sus estampas, este deseo también pudo responder a que sus entrapados están profundamente estudiados, modificándose según los efectos quisiese conseguir y llegando a estampaciones, incluso, muy cercanas al monotipo: véanse los nocturnos en el enlace que cito más abajo o zonas localizadas de muchas de sus planchas venecianas como la que se muestra a la derecha. A estos efectos se le unían pedidos ingentes de papel Japón que le ayudaban a dotar de color y variedad a las series para transmitir los sutiles efectos de las luces y las sombras.
Cuentan que el pintor se encontró con una admiradora que le dijo “Hoy había en las orillas del Támesis una bruma deliciosa, algo que me recordó a sus cuadros. Fue como si cobrasen realidad.” “En efecto» respondió él. Y sentenció: “Poco a poco la naturaleza va entrando en razón”.
Una vez impreso, el artista recortaba el papel para adaptarlo al tamaño de la plancha, algo poco común ya que la mayoría de los estampadores dejaban un amplio margen. Whistler siempre mantuvo que el grabado no necesitaba de esos bordes diciendo que eran «un error en el que solían incurrir los falsos expertos” (MacDonald,2005, p. 25). Aún así siempre hubo un espacio para su firma en forma de mariposa construida con sus iniciales JW, que luego también utilizó para cancelar alguna de sus planchas.
En la entrada de hoy solo cito detalles concretos de su forma de grabar, resaltando alguna serie que por su importancia merece ser destacada. Me ha servido como excusa para nombrar las excepcionales páginas que puedes encontrar en la red sobre este grabador. Actualmente va cobrando importancia el Whistler Etchings Project, una exposición on line que permite explorar los procesos creativos del artista a traves de sus casi 500 aguafuertes desde el trabajo sobre el metal hasta sus estampaciones, más de 9000. Este ambicioso proyecto, aún no acabado, está avalado por la Universidad de Glasgow, The Arts and Humanities Research Council, el Museo británico, el Instituto de Arte de Chicago o la Hunterian Art Gallery, entre otros. La Universidad de Glasgow también tiene un sitio dedicado a su correspondencia con textos muy interesantes. También puedes ver la casa donde vivió ahora convertida en museo, y un interesantísimo artículo de las marcas al agua de sus papeles realizado por la Nacional Gallery de Australia. Por útimo cito el que para mí ha sido de los más completos: The Smithsonian´s Museum of Asian Art: además de disfrutar de sus múltiples enlaces a publicaciones de investigación, presta atención en este enlace a las imágenes sobre planchas canceladas y a los bocetos de sus grabados.
[Fuente imágenes: superior The little pool 1861; siguiente: imagen de Whistler analizando una estampa delante del tórculo; siguiente firma JW imp.; siguiente Chelsea bridge and church, 1870. Todas proceden de los enlaces citados en el texto.]