Lo más importante para un buen estampador es, sin duda, la completa comprensión de todo el proceso técnico que envuelve el reporte de la imagen sobre el papel. Este conocimiento, combinado con la perspicacia que arroja la experiencia y cierta dosis de intuición, permite resolver muchos de los problemas que se presentan a la hora de realizar una edición: numerosas variables actúan simultáneamente cuando se imprime una plancha, pero es posible cancelar algunas equilibrando los factores que intervienen y adoptando una metodología adecuada de trabajo.
Entre sus muchas acepciones, se define transferencia a la propiedad que se origina en el momento de la estampación y que se manifiesta en la relación existente entre la matriz antes y después de haberla sometido a la acción de la prensa. Etimológicamente no es más que llevar una cosa de un lado a otro (del latín trans y ferre), en este caso, trasladar la tinta de la plancha al papel. Podríamos decir que se produce una transferencia óptima cuando se reporta igual cantidad de tinta al papel en las sucesivas impresiones, procurando que sea el máximo posible para realzar la calidad de la imagen. Una buena transferencia será la responsable de la cantidad de tinta necesaria para obtener esa estampa nítida y rica en matices, si los hubiera, con el mínimo sufrimiento para el soporte, sea éste de madera, metal, plástico, cartón o piedra.
Uno de los factores clave para conseguir una adecuada transferencia es el conocimiento competente de la tinta, y sobre todo, del proceso de entintado. Sobrepasando aquellas composiciones antiguas de aceite de linaza y pigmento, el avance técnico ha perfeccionado las tintas artísticas aumentando la proporción de resinas en el aceite y modificándolas con los aditivos. Las resinas tienen por misión otorgarle mejores propiedades ayudando al fijado, confiriendo más brillo, protegiendo el pigmento en su emulsión con el agua, etcétera; en definitiva, proporcionando un mejor acabado. De ellas distinguiremos las de origen natural, bien animal o vegetal (goma laca o colofonia) y las sintéticas.
Otro ingrediente está formado por los aditivos nombrados, tales como ceras, secantes, antioxidantes y diluyentes: las ceras incrementan la suavidad y reducen el mordiente; los diluyentes, unidos al tiempo de cocción del aceite de linaza, se encargan de proporcionar los distintos rangos de viscosidad; los aceites secantes se caracterizan por la facultad de formar un filme duro y elástico cuando se deposita en la superficie del papel y aceleran el secado; los antioxidantes ayudan, entre otras cosas, a que esto último no suceda con excesiva rapidez para impedir un trabajo atropellado y, por supuesto, a la estabilización química del compuesto.
Por último existen otro tipo de aditivos -llamémoslos modificadores para distinguirlos- que son los que el artista y/o estampador añade manualmente en el estudio para adecuar la tinta a las diferentes necesidades técnicas y que van dirigidos, precisamente, a optimizar la transferencia. Los más básicos son el aceite de linaza, para fluidificar, y el carbonato de magnesio, que produce el efecto contrario.
Todo lo anterior es con respecto a las tintas al aceite. Recientemente las investigaciones dirigidas a hacer del grabado una práctica más sostenible han evolucionado al uso de tintas al agua. Aunque cada vez están teniendo más aceptación no están, de momento totalmente extendidas.
Estas tintas, usadas desde hace tiempo en los colegios para las impresiones de los más pequeños, han ido mejorando considerablemente con el tiempo y a mediados de los noventa empiezan a extenderse al campo profesional. Se basan, fundamentalmente, en pigmentos suspendidos en goma arábiga (también existen algunas a base de soja). Al principio era obligado agitar los frascos continuamente y la velocidad en el secado jugaba malas pasadas, pero con posterioridad se han ido perfeccionado moliendo más los pigmentos y añadiendo productos que la suavizan para extenderse mejor sobre el cristal y la plancha y retardar su secado.
[Imagen superior: John Scott en nea.gov; central: catálogo Charbonnel, portada; central derecha: Brildor; abajo tintas textiles al agua en www.kalipo.com]