En el III Congreso Internacional de Artistas, celebrado en Viena en 1960, se establecieron los principios referentes a la obra gráfica original. El acta final contiene los preceptos mínimos que de forma unánime han ido aceptándose por los grabadores y afecta esencialmente a la definición de las técnicas, a la directa intervención del artista, a la firma y numeración, a la figura del estampador, a la marca o destrucción de la matriz una vez realizada la edición y a que el contenido no sea una reproducción de otra obra de arte (El resumen de estas actas donde aparecen los requisitos a cumplir y la normalización en la firma y numeración de estampas, puede consultarse en Cabo de la Sierra, G. “¿Qué es la obra gráfica original?” Cap. en Grabados, litografías y Serigrafías. Técnicas y procedimientos. Esti-Arte, Madrid1979. Pps. 37 y ss.)
Igualmente se aceptaron algunas de las propuestas del Comité Nacional Británico de la Asociación Internacional de Pintores, Grabadores y Escultores (UNESCO) entre las que destaca la limitación de las pruebas de artista y de estado y, por primera vez, se establece que “no se consideran dentro del grupo las copias de obras de arte, realizadas por procedimientos fotomecánicos, u otras técnicas, aunque sean limitadas y lleven la firma del artista cuya obra se reproduce.”
Afortunadamente, los resultados del simpósium se fueron asentando y modelando en otros posteriores: Nueva York 1961, Québec 1982 y Venecia 1991 tras los que se asumen los cambios propios del avance tecnológico, siempre por delante del lenguaje, que requieren de tiempo y uso y expansión para ser conocidos y aplicados por la mayoría.
No obstante estos hechos, es relativamente fácil encontrarse con errores a la hora de la numeración y de la denominación de las estampas, incluso en el ámbito profesional, creándose a veces incluso problemas de tipo legal. Hay organismos que con buenas intenciones hacen sus primeras incursiones de mecenazgo, mediante concursos, cometiendo más de un error en su difusión o lo que es peor, discriminando unas técnicas frente a otras. A ello hay que sumar los localismos y las traducciones entres idiomas (Bon a Tirer , Good to Pull o Prueba Final -P/F- y Hors commèrce o Exhibition copy , por ejemplo) y algunas terminologías de significado muy exacto que, por atípicas, se utilizan con poca frecuencia. Por último, iniciativas encabezadas por artistas de renombre bajo las leyes de la producción masiva tiran por tierra todos los preceptos enunciados. Lógicamente, más que por malas intenciones es preferible pensar que se deba a cierto desconocimiento que, poco a poco, va remitiendo.
[Imagen: Litografía de Escher. Más imágenes en la página de Vicent Castellar]