Aunque existen muchos nombres en estos cien años, pocos artistas dan entidad al grabado del siglo XVII: por un lado Jose de Ribera y Rembrandt, en España y los Paises Bajos , y por otro Callot, considerado el padre del grabado francés, junto con Lorrain ó Claudio de Lorena en el país vecino.
Flandes y Francia abastecieron casi todo el mercado de la Europa occidental, razón por la cual en España hubo una falta casi absoluta de talleres. La forma más común de hacer de la mayoría de los grabadores tenía por misión fundamental reproducir imágenes para hacerlas llegar a un público más o menos exquisito; por un lado la reproducción masiva de obras de arte se acogió a la técnica del buril y por otro, el aguafuerte, de trazo más suelto, fue adoptado por los artistas más expresivos.
La estampa entró en manos del poder aristocrático y de los gobernantes que intentaron adoctrinar a las personas dentro de un determinado orden social. Mientras tanto, las individualidades se manifestaron apoyándose en el grabado religioso y alegórico, el retrato y los paisajes, sin perder la intención creativa en ningún momento y a veces, aunque menos, realizar alguna denuncia social.
[Como el mejor de los entrantes, para ir leyendo sobre Ribera encuentras un interesante artículo en el blog del historiador Juan Carrete Parrondo. De Van Dick puedes buscar información en el catálogo que realizo la Fundación Carlos de Amberes. Sobre Rembrandt la bibliografía impresa y on line casi no tiene fin. Aquí tienes un ejemplo de bello título y mejor contenido: Rembrandt: sabiduría y emoción, también de Juan Carrete]
[Imágenes: Callot]